viernes, 16 de diciembre de 2011

Del mito a la realidad: Daniel Peralta Rojero


Por Jorge Armando López Arévalo / malinali



Fresnillo, Zac.- La inquietud de recorrer un poco el andar de la historia, en particular en un lugar conocido del estado de Zacatecas, entre otras cosas por su minería y actualmente por la situación de inseguridad, es cuando en algún momento aparecen y reaparecen en nuestra memoria seres privilegiados con un gran espíritu, de acciones y obras que los hacen vivir en el tiempo y el espacio, como es el caso del reconocido artista fresnillense, Daniel Peralta Rojero. 
Nombrar a este artista plástico, oriundo de El Mineral, es adentrarse más allá de lo que se conoce o menciona de él. Daniel Peralta mostró un singular estilo al tratar de capturar la realidad en su pintura, escultura y la poesía, no obstante, su modo de ver la vida lo llevó también a incursionar por el sendero de la expresión lirica del teatro y de la música.
Los diseños basados en el realismo y en el expresionismo e inspirados en las vivencias que recogió en este mundo, los encontramos plasmados en estas palabras suyas: “viví muy aprisa, y ahora todo me parece muerto como lo están mis ilusiones, mi amor, mi corazón, pero no mis ansias… saciarlas solo me queda”.
Dueño de una personalidad humana y cálida, amable y gentil en su trato, según sus propios alumnos, amo de obras realizadas entre pinceles, oleos, aguarrás, roca, acuarelas, madera etc., deja la expresión de sus sentimientos construyendo imágenes purpúreas en el lienzo y la piedra. Su imaginación ilimitada, creativa en su totalidad, estampada en el papel, en los lienzos en la roca, adorna varios lugares de Fresnillo, en el país y el extranjero.
Ampliamente conocido en los medios sociales y artísticos por su capacidad de captación de imágenes, abarcando desde el simple pero difícil bosquejo hasta la pintura abstracta, Daniel Peralta es considerado por muchos como un pintor de la categoría de Francisco Goitia, con el cual compartió trabajo y virtud en la Comunidad de Patillos, Fresnillo. 
Venido de seno humilde, nace el 10 de abril del año 1929, cursó escasos estudios de primaria, a la edad de 11 años emprendía, junto a su padre y hermano menor, los oficios de leñador, labrador, pastor, vaquero y adobero, y en ratos escapaba para dibujar en la arena a la orilla del rio; cuando contaba con 14 años de edad se inicia en el oficio de zapatero con Don Tobías Carrillo, quien además lo enseñó a realizar tatuajes, que practicaba especialmente en los brazos y pecho de sus amigos, conocidos y personas que así se lo solicitaban, figuras como alacranes, puños cerrados, nombres e iniciales eran parte de su catálogo.

A los 15 años se inició, en su natal Fresnillo, como integrante en la formación musical conocida como “La Regazon” y “Son Cubacaña”, también formó parte del cuadro artístico “Minerva” de la sección 62 del Sindicato Minero, logrando presentaciones en los festivales dominicales de la Sección.
Ya para el año 1945 forma parte del grupo teatral “Afición y Progreso”, siendo los foros del  Teatro Primero de Mayo, el Teatro Echeverría y el Cine Colonial, donde se mostraron las puestas en escena: “El Escuadrón 201”, “Las Petacas del Señor Cura”, “Tango Negro”, “La Nobleza de un Obrero” y otras más que se dieron a conocer fuera del Mineral,  para lo cual fue necesario hacer unos telones, en donde  el joven actor Peralta dio sus primeras pinceladas.
A los 16 años fue ayudante de un herrador de caballos, de forjadores de hierro, pulsador y acróbata, a esta edad se decide a estudiar ingles, taquigrafía y música.
Cerca de los 17 años ingresa al gimnasio de Rosendo Carrillo, con la ilusión de llegar a ser figura del pugilismo, apego que cambia al poco tiempo para dedicarse a la lucha libre, llegando a formar parte de la Unión de Luchadores de Fresnillo. Al mismo tiempo se desempeñaba como pintor y rotulista doméstico.
Para el año de 1948 continuaba en trabajos brutos, haciendo zanjas, cargando bultos de harina, azúcar, sal, y en toda clase de oficios menores que a su paso encontraba, alternado sus tiempos de respiro con el estudio de la anatomía.
La afición por el dibujo y la pintura se amplió más a la edad de 18 años, reproducía dibujos tomados de los cuentos Tawa, de las revistas, los cartelones de artistas y los programas culturales. 
Fue en 1949 cuando el pintor leones, Tobías Villanueva, llega a Fresnillo a hacer el decorado del Templo del Sagrado Corazón de Jesús, tomando como ayudante y modelo al joven Peralta a quien dibujó en el cuadro “La Tempestad de Tiberiades”, tiempo después el mismo Peralta pintó el cuadro “Santa Cecilia”, terminando dicha obra en el año 50, después se dedicó a realizar las esculturas exteriores y a retocar los interiores del templo.
Más tarde se ofrendó a pintar dibujos a lápiz, incluyendo el color sepia, en 1951 inicia trabajos con desnudos, y es en la calle llamada Prol. García Salinas donde monta su primer taller de pintura y restauración de cuadros. Tiempo después, se consagra como retratista.
En 1954, gana su primer premio en óleo y dos más en dibujo y acuarela en el “Concurso de Artes y Oficios” que convocó el Patronato de la Feria del IV Centenario del Mineral.  Sirviendo estos reconocimientos como aliciente prosiguió su camino en la pintura, en 1956 obtuvo el primer lugar en la Feria Nacional de San Marcos con un trabajo al óleo (se desconoce el nombre de la pintura).
Encarrilada su vocación como artista plástico, en 1958 abre la escuela de pintura denominada “Francisco Goitia”, ubicada en el Auditorio de la Escuela Evolución, realizando en ese mismo año su primera exposición.
Daniel Peralta tenía como costumbre motivar a sus alumnos a base de anécdotas y dichos, ganándose así el aprecio de amigos y discípulos entre los que se pueden mencionar a: Javier Barrientos, Clemente Márquez, Manuel Domínguez, Mateo Gallegos, Roberto Silva Roberto Sánchez, Gerardo Ortiz y Beatriz Anguiano.
La gran cantidad de cuadros salidos de su mano, se encuentran actualmente en manos de amigos, y algunos otros, en poder de compradores extranjeros.
En un toque muy personal que dio a sus cuadros fueron las gotas de roció y lagrimas inspirándose principalmente en la vida, la muerte y principalmente en la mujer, otro de sus temas favoritos fueron los desnudos femeninos, para los cuales pagaba modelos, para rubricar sus obras utilizó diversas firmas, entre el año 52-53 firmó como “Danielillo”, en 1954 “Daniel” y del año 55 en delante con una paleta en forma de ovalo con su nombre.
En la actualidad se exhibe parte de su obra en una de las salas del Ágora “José González Echeverría”, la cual lleva su nombre, otras más se localizan en la tradicional cantina “La Casa Verde”, las cuales fueron valuadas por el mismo Daniel Peralta para liquidar los adeudos, merced de la vida de bohemio que llevó el artista.
Como escultor, Daniel Peralta también deja una profunda huella, ya que fue el creador del Monumento a la Madre, que se localiza en el jardín del mismo nombre, la figura de Hipócrates, en el Sanatorio Fresnillo, el monumento al Minero, que desafortunadamente quedó inconcluso; diez esculturas de cantera y álamo en el Museo del Ágora. 
Además, con sus creaciones se hizo acreedor a varios premios a nivel nacional y local.
Como producto de éstos y otros certámenes obtuvo 62 diplomas y más de 20 medallas de bronce, plata y oro,  que el mismo regaló y empleó como monedas junto con otras medallas para darse algunos gustos.
Finalmente en agosto de 1971, la enfermedad lo postra en su lecho, teniéndolo convaleciente por 5 meses, y finalmente, falleciendo un martes 28 de diciembre de ese mismo año
Así se extinguió la virtud, el talento de un hombre que vivió toda su vida en humildad, que no quiso lucrar con sus obras, un hombre lleno de vida y sentimientos contradictorios que  gozaba y sufría, los que mismos que servían para inspirar sus obras, un hombre que vivió demasiado aprisa, saboreando las mieles del triunfo y tal vez sin haber logrado todas sus pretensiones. 

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