domingo, 22 de enero de 2012

Rufis Taylor, pregonero zacatecano


Por Rosy Robledo*

Domingo o cualquier otro día. No es difícil imaginar el silencio profanado de la traza urbana minera de esta señorial ciudad por ondas emitidas de los altavoces de un singular Datsun 73. Es una canción de jazz de la época de oro, otra pieza de alguna banda americana, seguida de un rico bolero que se resiste a perpetuarse en el olvido, y pisando esta emisión, sobresale una voz anunciando la cartelera de hoy... ¡Hoy en el Cine Rex! ¡Hoy en el Ilusión!
Casi nada ha cambiado desde que Rufino Solís Campos, Rufis Taylor, salió en el carro del dueño de los cines más famosos e importantes de Zacatecas a anunciar las películas que se proyectarían para las familias de la cuarta década del siglo XX, cuando él entraba a su etapa adolescente. Hoy, a once años de haber iniciado un nuevo milenio avisa de conciertos de cámara, de importantes obras teatrales, de proyecciones cinematográficas francesas y de algunas ofertas de las principales casas comerciales de la ciudad.
Rufis Taylor, cuyo mote le fue puesto en alusión a un famoso actor del cine americano de los años cuarenta Robert Taylor, inició como empleado similar –recuerda- en el génesis de la industria cinematográfica. Ya después, estuvo en taquilla vendiendo boletos hasta dedicarse a la publicidad, en particular en todo lo concerniente al cine.
“En ese tiempo había pocos sonidos ambulantes, la empresa del Cine Ilusión ponía unas bocinas arriba de la marquesina y ahí empezamos a echarle ganas al anuncio. Sólo eran los cines los que tenían sus sonidos establecidos, nosotros en el carro del dueño del cine sacábamos el sonido para anunciar las películas en las calles”, recuerda mientras fija su mirada en la nada.
El recorrido en carro, anunciando las películas, se remonta cuando él trabajaba para el Cine Ilusión, este –aseveró- era un cine familiar, en él se proyectaban puras películas mexicanas y divertidas, mientras que en el Teatro Calderón se presentaban nada más películas americanas; “salíamos en el carro del gerente anunciando las películas del cine mexicano y del cine americano, y así empezamos. Me dijo el gerente: a ver vente, vete a anunciar, deja ver si tienes voz... y ya, me oyó y me dijo sí vete sí tienes voz y a la fecha estoy anunciando, en aquel entonces tenía 15 años. Anunciábamos las películas y después las diferentes casas comerciales: zapaterías, partidos de beisbol, básquetbol, tardeadas de baile y le decía al gerente: oiga ¿cómo ve? y me decía sí, aviéntate ese extra.
En aquel entonces estaba naciendo el cine mexicano, Cantinflas hacía sus dicotómicas películas: Cantinflas Boxeador, Cantinflas Torero, La Prima de Cantinflas, Cantinflas Ruletero... eran películas de quince minutos que filmaba Mario Moreno, Cantinflas; después, cuando se formalizaron los estudios de la Clase en México empezó a hacer sus largometraje como: “Ahí está el detalle”; de ahí va para arriba Cantinflas, con el “Gendarme desconocido”, las que le hicieron famoso y como mejor cómico del mundo. 
Había más películas que se exhibían porque el cine en ese tiempo era una industria muy rica, había casa productoras en Estados Unidos que daban material a todos los cines del mundo, porque eran ocho casas alquiladoras fabulosas como: Metro Golden Mayer, Warner, Fox Paramond, Artistas Unidos, Columbia, así como producciones alemanas y japonesas... el cine estaba en su apogeo, empezaba a tener mucha vida.
“El cine era el cine”
En Zacatecas, el cine era un centro social –caviló Rufis- “¿a dónde vas?, al cine; ¡te invito al cine!, había puro cine y radio, la televisión entró aquí en 1963 o 64; entonces, había puro cine y buenas películas que a la fecha son clásicas, y el cine mexicano ya estaba en su apogeo. Había varias casas como las de Raúl de Anda, Panamerican Films, Arter Films y de otras muchas casas productoras que hacían películas, porque había entrada en el cine y era negocio”.
Recordó que entonces los cines eran salas grandes, no miniaturas. “El Cine Rex tenía un cupo de mil quinientas butacas. Los domingos se llenaba, eran días de estreno y como era una sala bien diseñada, hecha por arquitectos de México, quinientas gentes paradas, entonces eran dos mil gentes que entraban un domingo al cine en la tarde y en la noche mil; sí era negocio y las casas productoras buscaban salas que estuvieran grandes para que les quedara..., como iban por porcentaje: 50 por ciento a la casa alquiladora y 50 para la casa productora; entonces, la casa alquiladora gustaba de mandar sus películas a las salas grandes para sacar porcentajes. Diario había funciones desde las cinco de la tarde hasta las 11 de la noche”.
Rufis Taylor asegura que las cintas que se trasmitían eran películas muy buenas, había de aventura, de romance, de piratas, gangster... muy buenas, “había una película muy hermosa que se llamaba ‘Madre tierra’ de Paul Moon y Luisa Rainer y luego la obra maestra del cine americano: ‘Lo que el viento se llevó’, de duración tres horas, que a la fecha no hay película que le supere; esta se proyectó en 1942; fue la primer película a colores de la Metro Golden Mayer, con el famoso actor Clark Gable”.
Fue en esta época que Rufis comenzó a acumular innumerables y chispeantes anécdotas como aquel anuncio que hizo de tres películas al dos por uno, eran tres películas mexicanas y anunciaba: “Hoy en el cine Ilusión, tres películas mexicanas al dos por uno... mano libre”... concluye su frase y suelta una contagiosa carcajada y asegura que así como ésta había muchas anécdotas más.
Otra de sus facetas fue haber sido un buen jugador de básquetbol, pero quien destacó fue uno de sus hermanos. “Tuve dos hermanos muy buenos, yo me dediqué un año al básquetbol, pero  tuve un hermano que le decían “el Súper” por bueno que era, ese muchacho, hermano mío conquistó tres veces el campeonato nacional de tiro libre en la República Mexicana; él participaba en el equipo de los Tuzos, mi hermano era muy bueno para encestar, el se coronó campeón de tiro libre en Chihuahua, después se lo llevaron a México a las grandes ligas de básquetbol a jugar con ellos y se quedó allá. Del matrimonio Solís Campos fueron cuatro hermanos: tres hombres y una mujer, “yo me casé, tuve mis hijos, se casa uno... cásate y verás (ríe)…”.
“De la tierra salimos y a la tierra vamos”
En un día común Rufis Taylor se levanta temprano a ‘chambear’, “si hay, me voy; si no, me quedo oyendo música o dando la vuelta. A mi me gusta la música de la época de oro, me gustan los boleros, pero los buenos compositores, los grandes intérpretes, de las bandas americanas de música jazz de la época de oro, de la actualidad los tríos, los boleros y luego resultó el mambo y el chachachá... bonita época”.
Y agregó:
“De esta época me gusta que yo siga con salud para seguir trabajando, pasarla lo mejor que pueda, porque de todas maneras tenemos que entregar el equipo..., tarde o temprano nos llevan a donde tengamos que ir, de la tierra salimos y a la tierra vamos, no sabemos a qué hora, pero está señalado; por eso, hay que portarse bien... y algo mal, a veces...”
Por otra parte se refirió a Zacatecas y dijo que salvo la época del cine nunca ha tenido industrias, “muchas veces uno se forja en los estudios… y yo nada más terminé primero de secundaria, porque a veces no se puede y hay que trabajar, llevar el dinero a la casa y muchos de mi generación no pudieron estudiar. 
“De repente me encuentro a algún cuatacho amigo mío y le digo: ¡quiubo, qué tal, adiós!, son amigos que yo estimo, adiós mi médico, adiós mi licenciado, adiós mi distinguido, de todo, hay amigos profesionistas y no profesionistas”. 
Esto dio pie para que a la mente le viniera un par de anécdotas más: “había antes una película que se llamaba ‘Ahí vienen los gorrones’, en esa época del cine era un privilegio tener un pase firmado por la empresa, todos querían tener pase para el cine, había pases para gentes importantes y no importantes o amigos; a veces me encontraba cuatro o cinco de esas gentes que iban al cine sin pagar y yo venía anunciando, y decía ‘¡Ahí vienen los gorrones!’... ¡Hoy en el Cine Ilusión...!, esa era una película muy simpática”. 
 “Había muchas muchachas (anécdotas) muy simpáticas, hermanas de algunos amigos míos y venía anunciando una película que se llamaba ‘Adiós cuñado’ ¡Pues qué... así se llama la película...!
Rufis Taylor, como algunos otros personajes zacatecanos, le han dado vida e identidad a esta parte del territorio mexicano, sin embargo, él asegura no sentirse importante, “me siento sencillo, voy en la calle, saludo a todo mundo, hasta a veces me quedo sorprendido, ¡achis, pues creo que sí soy conocido!, conozco mucha gente: pobres, ricos... me detengo y a veces platicamos de la época del cine... se siente bonito, pero hay una cosa, a veces usted quiere llegar a su casa a las nueve de la noche y necesita encaminarse desde las siete de la noche, porque durante ese trayecto de caminar son dos horas de puro platique, platique, platique... un día, con un político estuvimos platicando a todo dar y todo mundo nos saludaba y dijo: ¡oye Rufis, vamos parándonos un ratito, porque no se puede platicar contigo, yo quisiera ser como tu... ¿cómo yo?, dije; no, yo quisiera ser como usted, sumamente importante; no, respondió, yo quisiera ser como tu para que todos me saludaran, dije... bueno”.
Dicen que la semilla que uno siembra es recogida, “seguramente me he portado bien con mucha gente y si yo me he portado mal, tenga usted la seguridad que yo no tuviera amigos, y me pongo a platicar con ellos, cómo no, si son almas con las que se topa uno aquí en la tierra, que al ratito nos vamos a encontrar por allá en el otro lado”.
Sin temor, Don Rufino Solís habla de la muerte... “caray no sé, tanta gente que se ha muerto y tanta gente importante, todos tenemos que morir, aquí no hay escapatoria, no por que yo soy tal fulano no me voy a morir, no, la cuestión es... estar consciente de que uno tiene que morirse, arreglar bien sus cosas para no dejar pleitos y gozar la vida lo más que se pueda, bien, de todo a todo y... todos nos tenemos que morir; hay mucha gente que tiene dinero y cree que nunca se va a morir y de todos modos tenemos que marchar... a mi que me agarre en buena hora mi padre Dios... si el Papa se murió, que no debió haberse muerto contimás uno. Cuando diga mi padre Dios venta pa’ acá, vámonos a donde estés, si quiera cuando se acuerden de uno recen un padre nuestro”.
En su larga trayectoria ha recibido múltiples muestras de afecto al igual que reconocimientos, pero el que más recuerda con mucho cariño es el que le hizo la emisora radiofónica local “Super G”, las emisoras del Estado de Zacatecas y pueblo en general en la Plaza de Toros el 26 de abril de 1995, “me entregaron un pergamino, un crestón de la Bufa, muy hermoso reconocimiento al mérito, fue una cosa muy bonita, siento muy bonito. Últimamente se han hecho homenajes, pero a mí nomás me lo hicieron en la Plaza de Toros”.
* Periodista cultural

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