Por Roberto Rodríguez Frayre
Joaquín Sabina es un tipo que dice saberlo todo y no saber nada, es hablar de verdades dolorosas pero también es hablar de mentiras piadosas, es hablar de un izquierdista de armas a tomar y de una enamorado empedernido pacifista, se ha rozado con los grandes de la música aún antes y después de ser famoso, tiene cariño para todas pero amor para ninguna, hablar de él, es hablar de alcohol, drogas y sexo, pero también es hablar de poesía, pintura, música, amor y desamor.
Nace en Úbeda, España en 1949, hijo de un policía y una ama de casa, estudio en un convento con las monjas Carmelitas y los sacerdotes Salesianos, a los catorce años comienza a escribir, a los dieciséis comienza a leer a Fray Luis de León, Jorge Manrique y José Hierro mezclados con Proust, Joyce y Marcusse. Forma su primer grupo llamado Merry Youngs, tocando canciones de Elvis, Chuck Berry y Little Richard; años después se gradúa de la Universidad de Granada en Filología Románica y colaboró en la revista “Poesía 70” donde compartiendo páginas con Luis Eduardo Aute y Carlos Cano.
En 1970 es prófugo de las autoridades españolas por arrojar una bomba molotov al Banco Bilbao de Granada en protesta por el proceso de Burgos; huye de España a Londres bajo el nombre falso de Mariano Zugasti; alrededor de 1974-1975 escribe sus primeras canciones, tocando en un bar llamado “Mexicano-Taberna” donde conoce a George Harrison, quien festejaba su cumpleaños en dicha taberna dándole una propina de cinco libras; Sabina alguna vez dijo que las tiene guardadas como recuerdo de dicho acontecimiento, pero otras veces a dicho que esa misma noche se los gasto en unos tragos, aquí comienzan las mentiras o verdades del flaco de Úbeda.
Sabina es de los que sabe como levantarle la falda a cualquier mujer en la primera cita, diciendo con palabras frías y dulces que esta será la primera y la ultima vez que se verán; esto sin provocar que la mujer se moleste, por lo contrario, la mujer va encantada; él acostumbra negar ser fíel porque no acostumbra comerse una manzana dos veces por semana y a la vez decir lo que quiero de ti mujer, es que mueras por mí, porque yo moriría contigo si te matas y me mataría contigo si te mueres, y la mujer le creerá sin hacer ninguna pregunta pero en el fondo de su corazón sabe que es mentira, una mentira piadosa, dijo mi mama alguna vez, es pendeja, pero no tanto porque sabe de lo que trata.
Él fue quien escribió la canción de las noches perdidas donde menciona a Soledad y Consuelo, donde platica como se le suben ciertas bebidas con un misterioso nombre de mujer, donde compara a una larva con la desilusión, y como prefiere el gas azul en los mecheros, más sin embargo, la cambiaria por un rato en la cama, aunque esto solo sirva para echar vinagre en las heridas, y al final decir sabes que esto es una mentira porque yo miento como mienten todos los boleros, pero espera mi beso en un telegrama y simplemente se aleja tarareando al filo de la madrugada un raatutatitatii tatatitati….
En 1997 tubo un encuentro con Fidel Castro con el que mantuvo una platica que duro al rededor de 5 horas y solo lo resumió diciendo “ha habido dos encuentros con Fidel Castro, uno muy largo y otro más largo… mitómano como soy, pasar cinco o seis horas con él me encantó… en distancias cortas nadie se le resiste, Cuba sigue en mi corazón para bien y para mal… y no tengo más que decir”.
En 1996 le escribe una carta el Sub-comandante Marcos a Sabina, explicándole que en esos momentos sufría de un dolor muelas, que se entero que él pasea por los cielos de México y que ha aparecido una mujer en su vida, escribiéndole el mismo Subcomandante al respecto puso: “No, no se sorprenda usted de que ahora haya aparecido una muchacha. Siempre aparece una, vos lo sabés, Sabina.”
Recordando algunos consejos dados por un viejo durante su juventud y motivado por los deseos de ser cantante y más aun que cantante, ser canta-autor le envía parte de un poema o canción que él escribió, solicitando su ayuda para terminarlo y trasformar su escrito en canción; despidiéndose de la siguiente manera: “Vale. Salud y ya sabe usted, si le sobran por ahí un analgésico o una tonadita, no dude en mandármelos. Ambas cosas se agradecen en este asfixiado pecho que le escribe...”.
Dos años después el Sub Comandante marcos recibe noticas y una carta, dicha carta comenzaba así: «¿Dónde encontrar una excusa para tan terca mudez? Sucede que, cada vez con mayor saña, las musas se vengan de quien abusa del ripio y el do, re, mi. Qué puedo contarte a ti, que no sepas de memoria, si andas cambiando la historia con la tinta y el fusil.» Y al final con letra escrita a mano se leía lo siguiente: «Querido subcomandante, mal y tarde, aquí te adelanto la letra de la canción que saldrá en el febrero. Con ganas de verte pronto. Todos los abrazos” Joaquín Sabina. De aquí nació la canción de Cómo un Dolor de Muelas, canción que fue cantada aquí, en Zacatecas.
Sabina es una persona con tan abundantes leyendas, cuentos e historias, que resulta imposible plasmar tantas entidades de una sola persona como lo es él, en tan corto papel y tan poca tinta, Sabina que sabe como volar pero también sabe que es andar a ras del suelo, sujeto que gusta de andar como un gato en celo en busca de una gatita en plano desvelo, individuo que saborea recostar su cabeza en el hombro inoportuno de la luna, del Sabina carente del mes de abril, del que espera a que suba la marea, acompañado de una mujer de ojos de color cantando “Y si embargo”, dando un toque sexy a un poema de amor franco pero doloroso.
Esto es sólo una pequeña parte de Don Joaquín, falta papel, tinta y tiempo para él, falta el Joaquín que fue eclipsado por el mar, el envenenado por los besos que se van dando, el gato sin dueño, el loco que se fue con otra loca, al que le pasaban el jachis por la puerta de servició, aquel Joaquín cursi que sueña que besa los labios de sus sueños, el dibujante, el pintor, el poeta, falta más de Joaquín, pero ese, ese es otro Joaquín Sabina.
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